viernes, 28 de noviembre de 2014

Para pésimos oyentes

Las manos.

Armas de los que buscan y tesoreras de los que encuentran.
Contadoras de vidas y dictadoras de falsos destinos.
Artistas sin lienzo ni pintura. Sin arte que adorar.
Contadoras de oscuras estrellas constantes e immutables. 
Que hablan por cicatrices y callan escondidas.
Nuestros ojos que sienten.

Las manos.

martes, 18 de noviembre de 2014

A este paso...

Colgada de la pared.
Todo el día.


No se estaba mal,
pues veía pasar a totales extraños frente a mí; incluso algunos me hacían fotografías.

Monotonía tranquila. Felicidad sencilla.

Un día, llegó otra pintura.
Tenía unos trazos entremezclados, cautivadores.

Todos se quedaban ensimismados por las emociones producidas al percibir formas escondidas, insinuaciones; incluso las otras obras admiraban su arte.

Admito que me encantaba como obra, era... esplendorosa.

Yo siempre he sido una obra constante, regular
Nunca me había afectado que la gente solo me observara, pues no llamo demasiado la atención.

Pero al aparecer algo innovador, que te sustituye, te ves afectada.

Los trazos se difuminan y tu te vas desgastando, hasta que un día te descuelgan y te llevan al almacén.

Descolgada. Desgastada. Sustituida.
Pintura de trazos perdidos entre palabras que nunca soltó.

domingo, 9 de noviembre de 2014

¿Qué está pasando?

Llaman. ¿Respondo?

No han dejado de llamar desde que vuelvo a ser yo, y eso me preocupa; pues cada vez aparecen más arañazos por todas partes.

Voy a responder.

              En ese pequeño instante en el que me decido, tengo otro arañazo.

No lo entiendo. 
Solo quiero saber que pasa.
No necesito que cada persona que entre me deje marcado un trozo de mi intento de corazón.

martes, 4 de noviembre de 2014

¿Curiosidades que matan o gatos que huyen?

Al último gato que conocí, no sé si lo mató la curiosidad o
                                                                    se mató él mismo por ésta.

Le gustaba jugar al filo de su séptima vida, mientras los demás maullaban a una falsa Luna gatera.

Nunca se quejó de como malgastaban sus vidas algunos, pero tampoco buscó remedio para aprender a vivir las suyas.

Estaba perdido entre excusas para salir de noche y exigencias de mimos que solo lo arrastraban fuera de aquí; de todo este mundo deshecho y vuelto a hacer.

Por eso, ese día, saltó
Sin lagrimas en los pensamientos, pues ya llovía lo suficiente fuera, como para que lloviera dentro también.
Con la satisfacción de haber vivido tan mal respecto al orden social.

Y con la seguridad de que no le hacía falta volver jamás.

Descubrieron que la curiosidad lo empujó, susurrándole que no había un lugar mejor, pero sí más ameno.
Nadie nunca encontró el lugar donde la curiosidad se llevó al gato... 

Bueno, nadie tuvo tiempo.