miércoles, 16 de diciembre de 2015

No hay fecha

A veces, aparece de golpe.
Bueno, de golpe golpe, no.

Empieza bajando por arriba, y va tanteando por los hombros.
Pincha y (me) prueba.

Entonces, empieza a coger fuerza y c
                                                           a
                                                           en línea recta
                                             hasta asentarse, dejando trazos de daño por donde pasa. 

Y te hace estar mal de pie
y te hace dormir raro
pero no lo puedes arrancar, y cada vez que te mueves va cambiando.

Y te hace preguntarte muchas cosas que nunca llegas a aceptar, pues te han enseñado que hay acciones en las que la lógica gana porque en un grupo, duele menos.

Además, se ve que nací con una alerta puesta.
Algo bueno y malo para mí.
Algo que no se cura y nunca llega a desaparecer.

Algo que me avisa para que aprenda a controlarme.
Sí. De una manera un poco rara, pero me ayuda.

Pero en el fondo, si lo miras en global, tampoco es tan tan malo. Simplemente es, y está.




viernes, 20 de noviembre de 2015

Miedo

"1. m. Sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal, sea real o imaginario."

Un momento.
                         Un instante.
                                               Un segundo,
y todo se para.

De golpe, los ojos se te llenan de niebla.
                                                 de una luz cegadora.

No lo ves.
               venir.

Parece que caes de golpe, pero ya no hay nada.
                   no vaya a quedar nada.

El miedo les invade.
                te  invade.

Pero no hay nada que hacer.
Cierras los ojos, tal vez inconscientemente,
                           tal vez deseando que no pase.

Entonces oyes ruidos, ves cosas y algo, en algún lugar de ti, nota que alguna cosa no está bien.
Arrancas.
Te levantas.
Haces algo para no estancar un flujo de sentimientos que se han envuelto en ti.

Y pasamos miedo. 
  • Por las preguntas.
  • Por el qué dirán.
  • Por las consecuencias.
  • Por el "¿qué podría haber pasado?"





          Por ti.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Cuando te encierras

Llevo días aquí metida.
La verdad es que no hay demasiado espacio, pues estamos todas aquí,
formando como una masa sin forma.

Quiero salir, pero me da miedo. ¿Qué va a pasar?
Antes, explican algunas, todas saltaban sin pensárselo, pues les salía solo;
pero últimamente se ve que se han empezado a quedar aquí, sin salir; parece que hay algo que se lo impide.

Puede que el cielo se haya olvidado de quitarle la niebla de los ojos, o que el Sol le haya secado las ganas de llorar.
No sé lo que es, pero creo que es malo que nos quedemos demasiado tiempo aquí, es absurdo, creo, evitarlo; así que me acerco al vacío, y lo encuentro grandioso, pero estoy cansada de quedarme aquí.
Entonces,

Salto.



Salto y caigo rodando,
                     entre superficies que intento abrazar, pero se me escapan.
Y me diluyo
entre otras que han caído también.


En unos labios que nos rozan y recogen, abrazamos y morimos.

Porque eso es lo que hacemos las lágrimas, creo.

domingo, 1 de noviembre de 2015

No afirmo, pero aún no reniego

Lo encontré por casualidad, de eso que tropiezas y no caes, pero quieres saber con qué has tropezado.
Era algo parecido a una bola a la que le faltaban colores.
Lo cogí con ambas manos y entonces me di cuenta de que esa superficie que en un principio parecía lisa, tenía algo que recordaba a pequeños pinchos.
No le di importancia, así que le di un abrazo y lo cuidé tan bien como supe, pues no sabía cómo debía actuar con eso.

Poco a poco, los pinchos de la bola iban desapareciendo y recuperaba algo de su color.
Era genial. No sabía qué estaba haciendo, pero supongo que lo hacía bien.

Con el tiempo, como a veces pasa, aquella cosa parecida a una bola se fue rodando y desapareció.


Siempre he sido una persona que tiende a abrazar mucho sin saber nada, y también tiende a echar de menos; por esa razón, al no echar de menos, me di cuenta de lo que llevaba y no llevaba encima.
Tenía las manos llenas de puntos negros y más blancas de lo normal.
Me las miré de cerca, y descubrí que eran como pequeñas espinas clavadas.

Intenté quitármelas por inercia, pues eso de llevar pinchos duele un poco. Pero no salían. Aún peor: algunas se clavaban más.

Terminé por creer que no se irían, así que escondí las manos en unos guantes de esos sin dedos, porque me gustan.

Según iba pasando el tiempo, iba olvidándome de los pinchos y dejando que el blanco se expandiera. La verdad es que no me importaba demasiado, pues nadie parecía quejarse de los cambios de color o de los momentos. Algunos, los que me habían mirado las manos, me habían quitado un par de pinchos, o lo habían intentado. No entendía por qué lo hacían, pero les dejé hacer.
Después, vi que en aquellos puntos, aparecía algo de color, y es divertido ver como se extiende y luego vuelve a recluirse en un pequeño punto en la superficie blanca.
Nunca terminan de asentarse en un color concreto.

He de decir que nunca he hecho nada para quitarme yo misma todos los pinchos, que siempre hay alguien que me insiste en que me quite alguno más. Pero ahora mismo no me importa haber abrazado a aquello que me hizo cambiar, o no siempre.

Como todo, supongo.


lunes, 19 de octubre de 2015

miércoles, 14 de octubre de 2015

Mi pequeño momento en mi pequeño lugar


Hola, buenas lo que sean.

Mi donadora del pan que llevo dentro, me ha preguntado por este pequeño lugar que inicié creo que por el 2013 o algo así, y al entrar para ver qué hacíais, me he dado cuenta de que llevo 99 entradas escritas (con esta 100).

Mi pequeño lugar donde digo toda mi verdad, disimulada como aquella gota que te cae en la nariz pero no parece que vaya a llover y no sabes de donde a venido. Es(t)e es mi lugar.
Donde, cuando no sé donde huir o no puedo gritar, vengo a desatar nudos y curar cicatrices o heridas, depende.

Me gusta pensar en vosotros, la gente que me leéis, en curiosos, y eso os hace más cercanos, queramos o no. Aunque no sepa quien sois la mayoría. Pero sé que estáis, de vez en cuando, como mínimo.

En estos últimos tiempos, he conseguido que mis ramas no se enreden entre ellas y que las hiedras se vayan por incomodidad. Tengo tantas hojas que apenas podían ver la luz.
Pero también he de decir que tengo a una tropa de bichitos instalados por todas partes, algunos más cerca del Sol que otros, pero con su presencia me han hecho crecer más de lo que esperaba crecer, pues hace nada era algo así como esos pequeños arboles que nunca llegan a crecer del todo porque quedan eclipsados por los demás.

Y puede que como siempre esto acabe siendo lo que no estaba pensado en un principio, pero me gusta que las cosas rueden y fluyan, así que no voy a borrar nada de esta nota para así acordarme de lo despistada que puedo llegar a ser y de lo contenta que me hace saber que curiosos como yo me leen cuando el viento les trae por aquí (o algún que otro silbido).


Creo que esta declaración de algo, es para comprobar que sigo aquí, que he cambiado poco a mucho y que quiero daros las gracias, por entenderme sin hacerlo o haciéndolo, da igual; porque creo que contándoos secretos mal contados me entiendo mejor y puedo ayudarme, y porque (ya lo he hecho más de una vez) me da la gana daros las gracias.

Gracias.

Ale, dadas.
Ahora, voy a seguir escribiendo cosas sin que parezca que tengan un sentido. 

Buenas vidas, espero que disfrutéis todo lo que podáis.



lunes, 5 de octubre de 2015

Huida

"Haz esto. Ve a por aquello. Allí debes recoger algo y traerlo."

Nunca tuvo un espacio que le permitiera hacer aquello que tanto le gustaba: tirarse al suelo y mirar el cielo. Siempre guiada por alguien o algo, nunca encontró lo que llamaremos "su camino".

Andaba y andaba, de un lado hacia otro, sin más rumbo que ordenes camufladas, pues terminó siendo lo único que sabía leer.
         Hasta que un día cayó. Dolió tanto, que no podía levantarse. Entonces se dio cuenta:
                                                                     estaba ciega.
No veía más allá de unos pasos frente a ella.

Llevaba tanto tiempo mirando al suelo, que los ojos se habían acostumbrado a la oscuridad. Llenos de polvo y lagrimas compactas, no podía abrirlos.

Se parecía a una cebra, con tantos arañazos.
     Con el paso de los años, no cambió del todo. Seguía ordenes como al principio, pero ahora también se escuchaba un poco.
                                                  Creía que con aquello le bastaba.
Ahora, en vez de quedarse tirada intentando quitarse el polvo de los ojos, se hacía un nudo en la boca del estomago y seguía. Y no paraba, o eso parecía.
Se quedaba en medio de lo que se hacía llamar gente, y buscaba el silencio.
Y él la encontraba, y la asustaba. Y la abrazaba. Y le oprimía los pulmones.

Y ella se iba como quien no ha llorado, intentando cantar aquel cielo que ahora no lograba ver, a sabiendas que este estaba cambiando y ella no lo veía.

Dicen que terminó por irse con el tren de medianoche, allí donde nadie la iba a encontrar, pues nadie la echaba de menos. O eso creía. Pero se fue. Con una espina clavada a base de ordenes camufladas y intenciones desconocidas por una ciega que no ve más allá de lo que siempre ha tenido delante.

lunes, 7 de septiembre de 2015

A mí me gustan mis bragas

Estoy saturada.

Quiero tener un botón para apagar mis emociones y a la vez no tenerlo.
Desde que hice el mayor de mis viajes por el momento, que no he parado de vivir.
No estoy preparada para tanto en tan poco.
Quiero ir en bragas y camiseta por casa, relajarme escuchando música y tener tiempo para disfrutar de no hacer nada.

Quiero que no duelan cosas tan absurdas como llegar tarde, una canción desconocida en un coche de un desconocido que estas por conocer, unas palabras dichas de tal manera que tomen la forma de una piedra o un pensamiento de nube de tormenta que no pinta nada en tu lienzo.

Quiero bailar por casa, cantar con mi padre riendo de fondo porque no afino y mi hermano terminando las frases que aún no acaba de acertar.

Quiero desconectar mientras sigo conectada, y tanto es mi querer y tantas las cosas que quiero, que he llegado a casa, me he quedado en camiseta y bragas, y he puesto música que aún no conocía.
Aquí está mi comodidad.

Con tiempo, con quejas que no tienen sonido porque no son importantes, con la comida para uno haciéndose, con una canción que no habla de nosotros porque para eso ya estamos nosotros, para componer nuestro cantar.

A mí, me gusta estar por casa y quejarme. E ir en bragas. Me gusta.

lunes, 24 de agosto de 2015

Canadá

En medio de un mar de nieve, se esconde un abrazo entre hombres diferentes.
Alguien busca ese abrazo; alguien lo necesita. 

Huellas en el mantel blanco relatan un reencuentro inesperado. 

Carreras de risas y golpes por llegar a la base de una futura navidad aún sin decorar.

Vueltas. Bailando con el viento, que te abraza junto a pequeños bailarines.

Grandes momentos que se vuelven pequeñas historias que nunca vas a compartir.
Abrazos de frío y caricias de conocimiento.

Momentos que arrullan

Entras,
            y sin darte cuenta, quedas envuelto por un abrazo cálido.
Tan cálido como una manta cuando te entra el frío por los pies.
                      Tan suave como una sonrisa.
Después de un primer momento,
                                                    poco a poco reaccionas y caminas lentamente hasta el centro de la luz, que entra limpia por la claraboya.
Y te envuelve sin manos ni intención, tan sencilla y clara.

Te sientas, esperando poder entender todo lo que quería decir esa gente que se dedicó a escribir sobre la paz en un instante efímero de lucidez.
      La luz decide que es el momento para hacer que te tumbes entre sus rayos envueltos de polvo del tiempo. Y tu obedeces sin palabra alguna, tranquilamente, envuelto de pequeñas miradas que no entienden porque te quedas allí más de lo que la gente suele hacer.
Y tú, sin contestar, sonríes sosegado; sin más preocupación que la interrupción de alguna mariposa impaciente, que no deja de revolotear porque se siente encerrada, intranquila.
Porque no todos entendemos el mundo de la misma forma.


jueves, 13 de agosto de 2015

Dicen que

Y tenía luz. Y cortaba.


He oído decir que la gente que se siente pequeña es la que tiene una bola de luz dentro. Algo enorme. Una galaxia escondida, que ni siquiera ellos pueden ver.
Dicen que la gente rota corta mucho; que mejor no acercarse, que acaba doliendo siempre.
Muchos dicen que nadie es igual, que todos tenemos ese algo que nos hace más nosotros, más nuestros.
Se dice que escuchamos canciones tristes porque nos sentimos así. Le dan una visión negativa a algo que, a veces, no es malo.

Y yo digo,
                ¿y qué más da si a mí las personas rotas me parecen preciosas?
           ¿y qué más da si las que no lo están también lo son?
                    ¿qué puedo decir yo que os haga pensar que yo también corto?
aunque no quiera   
¿o que no lo hago?                      
¿qué más da si lo hacemos? 
                                              tenemos que aprender a curar
¿y qué más da si yo he venido aquí a aprender? 
da igual si es llorando y riendo a la vez, ayudando, dejándome ayudar, gritando y cantando

¿Qué más da?

La gente que tiene luz, no lo ve.
La gente que corta, puede curar.
La gente igual, nunca se parece.
Escuchar música triste es genial.

Y puede que no tenga razón,                           o sí
Y puede que me equivoque más de lo que creo                               o no

Todo es posible, por eso soy.
Para descubrir a gente que se tiene que descubrir, para escuchar a gente que no ha aprendido a hablar, para hablar con gente que aprende a escuchar.

Para y por.


Atentamente,

martes, 21 de julio de 2015

Emerger


En un día de esos que no hay nadie en medio de un campo de flores, un pequeño brote desplegó sus pequeñas hojas.
Al observar su alrededor y encontrarse rodeado de tantas flores, decidió que como tenía que crecer, quería saber cual era la parte positiva y la negativa de cada una, para así poder escoger la que mejor le fuera.

A las primeras que preguntó, fueron las rosas.

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una rosa.

Las rosas, orgullosas de si mismas, respondieron:

- Pues mira, pequeño brote, las rosas rojas estamos consideradas la flor del amor y de la pasión, somos complejas y radiantes, nos sabemos proteger y muchos nos admiran por ser como somos -entones la rosa que hablaba con él, se encogió un poco y cabizbaja continuó su explicación- pero por ese mismo motivo, nos arrancan y muchas veces nos dormimos con el miedo de desaparecer al día siguiente. Además, con nuestras púas, hacemos daño sin distinción alguna, es decir, que también hacemos daño a nuestras compañeras y amigas.

El brote, habiendo escuchado a la rosa, se giró para hablar con las margaritas, y formuló la misma presentación:

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una margarita.

Las margaritas, sorprendidas y alegres, respondieron:

- Oh, buenas pequeño brote -dijeron con prisas- Pues pues pues ser una margarita es agradable porque siempre estas rodeada de tus amigas y puedes hablar mucho y te pasas el día al Sol, pero... -entonces el tono de la margarita que hablaba se vio reducido y su velocidad disminuyó- Pero al ser una margarita, te arrancan para hacer decisiones simples como nosotras, y muchas veces no se nos tiene en cuenta por ese mismo motivo: la simplicidad. Comparado con muchas otras flores, no tenemos un qué especial...

El brote, al ver a la margarita cabizbaja, decidió que era el momento de hablar con las violetas.

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una violeta.

Las violetas, todas juntas y sonrientes, se pusieron a hablar muy rápido.

- Pues mira mira mira, ser una violeta es muy divertido porque te bañas en luz tanto como puedes, y tenemos un color tan especial que recibimos su nombre, o al revés; no lo sabemos -rieron todas como si fueran pequeñas campanillas- y siempre estás acompañada, pero -las violetas quedaron cabizbajas y continuaron- tenemos una vida corta comparado con las demás flores y no podemos hacer tantos amigos como nos gustaría, y debido a nuestro tamaño, muchos, al no ver las flores, nos pisan sin cuidado alguno...

Al ver las pequeñas violetas así, decidió que era el turno para hablar con los girasoles, y una vez más, repitió su presentación:

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser un girasol.

Pero no recibió respuesta, así que probó a gritar, y por suerte, un girasol oyó su presentación y se giró para hablar con él.  

- Buenas tardes, pequeñísimo brote. Pues la verdad es que nos pasamos el día siguiendo al Sol, así que podemos mantener largas charlas con él, y tan largas, que ya hemos adoptado su color; forma parte de nosotros. -el girasol, tan alto como era, se encogió un poco- Pero más de lo que nos gustaría,  nuestras pequeñas semillas son raptadas y comidas, así que nuestra libertad es muy reducida y no podemos hacer demasiado con esta realidad, por muy altos que seamos.

El brote, tras haber escuchado a todas las flores de su alrededor, se sumergió en sí mismo, y empezó a meditar que flor quería ser de mayor. 

Tanto tiempo se pasó meditando, que al volver con su decisión tomada, se encontró con unas vistas totalmente diferentes a las que recordaba. Todo era más pequeño, mucho más pequeño. Y las flores que antes le parecían enormes, ahora eran motas de colores en el extenso campo que lo rodeaba.

Al mirarse a sí mismo, descubrió que aquello que lo recubría ahora era rugoso y estaba transitado por pequeños insectos que le hacían unas cosquillas muy agradables. Descubrió que sus pequeñas hojas ahora estaban conectadas a grandes y fuertes ramas, vestidas todas de un verde cambiante. Y sus raíces... Ahora llegaban más lejos y se habían ensanchado, para así aguantar su actual estructura.

Después de un largo y corto periodo de tiempo, el brote descubrió que no era una flor, sino que era un gran roble en medio del campo. Y notó toda la vida que lo rodeaba y vivía en él. Y notó el viento que mecía sus hojas, como cantaban al unísono.

Y sonrió, como sonríen los árboles. Y decidió que esa era su mejor no-decisión. Y vivió, rodeado de todo. 

viernes, 3 de julio de 2015

Mira detrás

Detrás de la elegancia de la gran ciudad, se esconde la realidad de un pueblo.

Dan igual tanto las medidas reales como las medidas que dan las señoras mayores que pululan por él, yendo donde las lleve su viento.

Todos tenemos pueblos,
aunque no sean nuestro origen ni nuestro fin,
aunque nunca los hayamos pisado,
aunque estemos allí.

Detrás de la elegancia, se encuentra el ruido
detrás de los colores vivos, perdidos, reunidos y reprimidos,
                                                                              encontramos la calma. 

martes, 19 de mayo de 2015

Porque eres, y me haces más lío

Llevo horas queriendo escribirte algo.

En un principio, no sabía sobre qué estaba escribiendo, pues lo hacía por inercia;
pero al darme cuenta del motivo de mi escrito, he querido esconder todo lo que te he susurrado con la mirada en pequeños secretos transformados que iba a guardar aquí dentro.

Me has hecho borrar y empezar, borrar y empezar... Pero nada me parecía correcto para guardarlo todo.
(Aún sigue sin parecermelo, y eso que no lo estoy cambiando)

Cielo nocturno que se ha comido a la luna, no grites más, por favor. Yo también le echo de menos, pero si no ha vuelto, puede que tenga sus motivos, o simplemente no quiera volver.

Lobo hecho de estrellas, Chiara tiene razón. Cuando estoy contigo, el cielo parece más cercano.
Puede que sea por corretear descalza por una muralla casi china, 
o por recoger piedras tan cerca del horizonte, que lo confundía.
Puede. O no. Quién sabe.
Nosotros. Seguramente.

Has traído paciencia y tiempo para deshacer ovillos de líos mal contados y cosidos.
Has llegado con descubrimientos extraños, a pasos irregulares y a destiempo, pero has llegado sano, que según la gente mayor de pensamiento, es muy importante.
Me dejaste un saco lleno de dudas, que hemos ido resolviendo, añadiendo así una estrella más a tu cielo que restauramos a pasos de sapoconcho: despacito y con "buena letra" (no debe ser la mía)

Has traído realidades irreales a mis ojos, que te empeñas en hacerme ver. También has traído pan, mucho pan, enormes cantidades de pan; pero eso tampoco es malo, así no pasamos hambre.
Has traído casa.

Has traído, y traes.

Puede que no sea nada de lo que te esperabas, y eso es. Ni bueno ni malo. Es.
Porque así soy, y se me da muy mal explicar las cosas como son. 

Atentamente, 

jueves, 30 de abril de 2015

Retrospectiva dirección centro

Creo que más de una vez he hablado sobre mi intento de corazón, y quiero que veáis como es. Solo un poco.

Si lo observas con (y sin) atención, puedes ver una gran placa cedida por mi familia no escogida, remachada por mi hermana, que no lo sabe, pero ella es la que me mantiene entera a base de vídeos de cómo comen los animales, de gritos, abrazos y hostias deshechas en entrenamientos

Justo encima encontramos a mi familia escogida que crece y cambia. Somos seres tan heterogéneos, que formamos una imagen de foto. Somos como las chapas que llevo en mi estuche, tan dispares que es bonito participar.
Desde esta gran placa salen tubos, tuberías y otras cosas que conectan con trozos más particulares, donde se esconden (no demasiado bien, a decir verdad) un Amigo A aullador, a Mus de juego y música, un pelirrojo falso, un grupo de Ruh que hace casi todo el ruido de esta maquinaria, un dragón naranja, verde y azul; un Sol lila, alboroto hecho abrazos y desaparecidos.
Estos si que se esconden bien, pues ya no sé nada de ellos, como Morfeo, o el ángel desaparecido, o la pequeña mallorquina que aparece y desaparece de aquí cantando, o la bola rosa que no dormía nunca jamás cuando tocaba, o con el que compartí un chocolate a distancia

Todos ellos han formado partes de este trasto que llevo por corazón.

Con tanta gente que he nombrado y que no he hecho, parece que deba pesar, pero no es así.

No sé, estoy orgullosa de este intento de corazón que se ha formado con tantos recuerdos;
y puede que sea porque me hago mayor y crezco para los mayores y esos que inventaron la edad, pero me apetecía mostrarme más de lo que a vosotros os parece normal y yo encuentro poco. 

No lo siento si no os ha gustado, y es un placer escribir porque puedo. Gracias.



sábado, 25 de abril de 2015

Me topé con una rosa en bus

Una rosa.
               Mayor,
                           plata,
con años en sus hojas
que se han movido al son de canciones
que jamás llegaré a escuchar.

Con amor por el dragón por el que vivió.

Una rosa domesticada, como la del chico del pelo de trigo.

Con lazos rojos por todas las risas,
conectados con diferentes planetas que poco tendrán que ver.

Con paciencia, orgullo,
con los pétalos dirección cielo y más allá.

Con raíces al viento.

Con movimiento impactante,
con silencio por canción y algún idioma que me falta por entender sin escuchar.

lunes, 6 de abril de 2015

Un pollo azul imperdible


En algún lugar había un pollo, un pollo azul.

Cada mañana miraba el gran cielo que siempre estaba allí arriba, inalcanzable.
Un cielo gris, lleno de vacío y otras muchas cosas que no llegaba ver con sus pequeños ojos.

Le gustaba pensar que algún día llegaría a tocar esa masa que parecía esponjosa y solida a la vez.

Era tanta su ilusión, que cada mañana daba unos cuantos saltitos, a ver si así menguaba la distancia entre él y el cielo. Pero la distancia nunca cambiaba, siempre era la misma.

Frustrado porque la distancia siempre fuera la misma, decidió sumergirse en un lago, pues una manera de llegar al cielo, sería a través de su reflejo.
Lo único que logró, fue dejar el agua azul a causa de sus plumas.

Otro de sus intentos, fue pedírselo por favor, pero no obtuvo respuesta, así que está tampoco fue una solución para llegar allí arriba.

Lo último que intentó, fue volar. 
Aleteó todo lo rápido y fuerte que pudo, mas solo se elevó un palmo del suelo.
Pero de lo fuerte que había aleteado, muchas de sus plumas se fueron con el viento, haciéndole así cosquillas al cielo y volviéndolo azul. 
El pollo azul, nuestro pollo azul, sonrió.



viernes, 6 de marzo de 2015

Vorágine

Desparpajo.
Soy un lío desastroso, o un desastre lioso. Todo depende de como lo veas.
Bueno, puedes querer no verlo.


¿Dibujo lo que siento?
Jamás he sabido si lo que dibujo lo siento del todo, o si no he de sentirlo, pues es mi trabajo, son mis pensamientos pensados y sin pensar.
Son, mejor así.

Alguien me dijo que caminar es menos duro si vas bien acompañado, pero: ¿qué es la buena compañía? ¿La música?
                                 ¿La gente?
           ¿Las personas?
                                                      ¿Los paisajes?
¿Los animales que no se parecen a la gente?

     ¿Los momentos que recuerdan y los que tenemos por recordar?

¿La vida...?

No, espera. Es a eso a lo que teóricamente se tiene que acompañar; pero a mí me gusta más acompañar al mar y sus remolinos que se acoplan al cabello, a personajes hechos personas o al veres, a sonrisas de cualquier tipo, a momentos que vivo y a seres que no conocería si solo estuviera sentada, recordando que he de vivir para recordar. 

viernes, 27 de febrero de 2015

Durante un instante...

Me he encontrado.
Durante un segundo, me he encontrado en las palabras de otra persona.
Y en lo primero que me he fijado, ha sido en el mero hecho de que ya no era yo.

He recordado.
He recordado como fui flor silvestre amarilla.
Como pasé a ser matojo de nervios,
y pasando por ser hojas secas, llegué a ser yo,
ser sin ton ni son,
con un equilibrio desconcertante y un camino sin marcar.



Y he reaccionado.
No hay más yo que uno mismo, tanto presente como pasado, así que palabras claras dan verdad.

He hablado con el yo ajeno y he encontrado diferencias entre el huevo y la castaña, por fin.
Esta desconcertantemente perdido, pero creo que es capaz de darse cuenta de que puede salir del desconcierto y hacer música de su vida.

Le faltan pasos, pero hay tiempo para todos, así que puede andar tranquilo.

Suerte, tú.

sábado, 21 de febrero de 2015

Pulular

En Barcelona siempre hay gente que espera.
Puede que a un acompañante
(o varios) 
o a un transporte.
Incluso puede que esperen el momento en el que sabrán a qué esperan.

También encontramos las palomas que asustan a la gente,
y los valientes que intentan asustarlas.

Después hay otros que las acompañan.
Estos no esperan aquí.

Las palomas, se han apoderado de su vida completamente.
Han creado su familia, adoptando a unos loros verdes perdidos.

Pero siempre hay esos seres que esperando se aburren,
y deciden interrumpir imágenes que no han sido captadas.
Puede que desconozcan la fugacidad de los momentos.
                               Esperemos.

Y los perdidos.
Los perdidos, son seres que, en pequeñas cantidades, son sumamente interesantes.
Te dan ganas de redescubrir aquello que piensas que conoces.
De perderte entre calles y lugares.
Creo que es por eso que me gusta Barcelona:
siempre me acabo perdiendo y encontrando pequeñas historias que jamás serán captadas correctamente.

sábado, 31 de enero de 2015

Momentáneo

Hay un momento en mis noches de lluvia sin nubes donde todo deja de hacer ruido,
donde tengo miedo de estar sola y desprotegida ante nada,
donde se hace más duro llegar a mi falso París.                  

Es un momento sin sentido y colapsante.

Lleno de música.
Lleno de consciencia de la soledad necesitada.
Lleno de la falta de gente perdida.

Pero es un momento que necesito,
donde las palabras que jamás digo
me desnudan y me hacen verme de otro modo.

En el que Morfeo me busca
y me encuentra sonriendo en pequeñas dosis
a una Luna que se muestra a placer.

martes, 20 de enero de 2015

Rehuir ya no es huir dos veces. O sí, pero la segunda va más lejos.

¿Hace falta un motivo?

Últimamente me arrastro perdida entre canciones, libros de textos que no me aportan nada y descubrimientos a medias.

Me arrastro tanto, que se me han quedado las marcas del suelo por todas partes, incluso en los sueños,
o eso supongo,
                      pues mis padres me han dicho que he discutido mucho estas noches pasadas.
De tanto estar por el suelo, me deben haber confundido con una alfombra o algo parecido, pues tengo unas marcas como de pisadas por la espalda.

Bueno, que al final con tanto cuento, no cuento nada.

Lo que quería decir hoy aquí, es una respuesta que se aplica al pasado, futuro y presente de mí, de este lugar. La pregunta a la que respondo es:
¿Escribes sobre mí? ¿Me lo tengo que tomar como una indirecta?
A lo que respondo:

Sí, escribo sobre ti, ser que lees esto, que vives mis días de lejos o de cerca. Escribo sobre lo que vivimos y aburrimos, cambiándolo todo para que pase a ser un secreto mío compartido. Escribo sobre pensamientos de merluza bailarina o de lluvia interior. Escribo por escribir, por ti, por mí.
Escribo para la curiosidad que raptó al gato que tenía por aquí pululando.

Escribo por las palabras que sé y por las que no.

Plasmo recordando, así seguro que nunca olvido.



jueves, 8 de enero de 2015

Solo de una mente dormida

Una canción que me pregunta cada vez más por lo que siento,
                                                     sin dejarme tiempo a responder.

Palabras que se me expanden por los pulmones y me impiden tomarcarrerillaparagritartelotodoenun susurro.
Pensamiento de otras personas clavados entre ideas que se cuelan por el frío del invierno.

Un Sol que aparece y desaparece;
que juega a helar los pies y impedir un pensamiento más ordenado dentro del caos.

Sueño que impide darle forma a unas ideas que me rondan desde que me puse a pensar, dejándolo todo de forma acabada pero sin terminar, sin un