martes, 21 de julio de 2015

Emerger


En un día de esos que no hay nadie en medio de un campo de flores, un pequeño brote desplegó sus pequeñas hojas.
Al observar su alrededor y encontrarse rodeado de tantas flores, decidió que como tenía que crecer, quería saber cual era la parte positiva y la negativa de cada una, para así poder escoger la que mejor le fuera.

A las primeras que preguntó, fueron las rosas.

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una rosa.

Las rosas, orgullosas de si mismas, respondieron:

- Pues mira, pequeño brote, las rosas rojas estamos consideradas la flor del amor y de la pasión, somos complejas y radiantes, nos sabemos proteger y muchos nos admiran por ser como somos -entones la rosa que hablaba con él, se encogió un poco y cabizbaja continuó su explicación- pero por ese mismo motivo, nos arrancan y muchas veces nos dormimos con el miedo de desaparecer al día siguiente. Además, con nuestras púas, hacemos daño sin distinción alguna, es decir, que también hacemos daño a nuestras compañeras y amigas.

El brote, habiendo escuchado a la rosa, se giró para hablar con las margaritas, y formuló la misma presentación:

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una margarita.

Las margaritas, sorprendidas y alegres, respondieron:

- Oh, buenas pequeño brote -dijeron con prisas- Pues pues pues ser una margarita es agradable porque siempre estas rodeada de tus amigas y puedes hablar mucho y te pasas el día al Sol, pero... -entonces el tono de la margarita que hablaba se vio reducido y su velocidad disminuyó- Pero al ser una margarita, te arrancan para hacer decisiones simples como nosotras, y muchas veces no se nos tiene en cuenta por ese mismo motivo: la simplicidad. Comparado con muchas otras flores, no tenemos un qué especial...

El brote, al ver a la margarita cabizbaja, decidió que era el momento de hablar con las violetas.

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser una violeta.

Las violetas, todas juntas y sonrientes, se pusieron a hablar muy rápido.

- Pues mira mira mira, ser una violeta es muy divertido porque te bañas en luz tanto como puedes, y tenemos un color tan especial que recibimos su nombre, o al revés; no lo sabemos -rieron todas como si fueran pequeñas campanillas- y siempre estás acompañada, pero -las violetas quedaron cabizbajas y continuaron- tenemos una vida corta comparado con las demás flores y no podemos hacer tantos amigos como nos gustaría, y debido a nuestro tamaño, muchos, al no ver las flores, nos pisan sin cuidado alguno...

Al ver las pequeñas violetas así, decidió que era el turno para hablar con los girasoles, y una vez más, repitió su presentación:

- Buenas tardes. Soy un brote que tiene que crecer, y antes de decidir que seré de mayor, me gustaría saber cual es la parte positiva y la parte negativa de ser un girasol.

Pero no recibió respuesta, así que probó a gritar, y por suerte, un girasol oyó su presentación y se giró para hablar con él.  

- Buenas tardes, pequeñísimo brote. Pues la verdad es que nos pasamos el día siguiendo al Sol, así que podemos mantener largas charlas con él, y tan largas, que ya hemos adoptado su color; forma parte de nosotros. -el girasol, tan alto como era, se encogió un poco- Pero más de lo que nos gustaría,  nuestras pequeñas semillas son raptadas y comidas, así que nuestra libertad es muy reducida y no podemos hacer demasiado con esta realidad, por muy altos que seamos.

El brote, tras haber escuchado a todas las flores de su alrededor, se sumergió en sí mismo, y empezó a meditar que flor quería ser de mayor. 

Tanto tiempo se pasó meditando, que al volver con su decisión tomada, se encontró con unas vistas totalmente diferentes a las que recordaba. Todo era más pequeño, mucho más pequeño. Y las flores que antes le parecían enormes, ahora eran motas de colores en el extenso campo que lo rodeaba.

Al mirarse a sí mismo, descubrió que aquello que lo recubría ahora era rugoso y estaba transitado por pequeños insectos que le hacían unas cosquillas muy agradables. Descubrió que sus pequeñas hojas ahora estaban conectadas a grandes y fuertes ramas, vestidas todas de un verde cambiante. Y sus raíces... Ahora llegaban más lejos y se habían ensanchado, para así aguantar su actual estructura.

Después de un largo y corto periodo de tiempo, el brote descubrió que no era una flor, sino que era un gran roble en medio del campo. Y notó toda la vida que lo rodeaba y vivía en él. Y notó el viento que mecía sus hojas, como cantaban al unísono.

Y sonrió, como sonríen los árboles. Y decidió que esa era su mejor no-decisión. Y vivió, rodeado de todo. 

viernes, 3 de julio de 2015

Mira detrás

Detrás de la elegancia de la gran ciudad, se esconde la realidad de un pueblo.

Dan igual tanto las medidas reales como las medidas que dan las señoras mayores que pululan por él, yendo donde las lleve su viento.

Todos tenemos pueblos,
aunque no sean nuestro origen ni nuestro fin,
aunque nunca los hayamos pisado,
aunque estemos allí.

Detrás de la elegancia, se encuentra el ruido
detrás de los colores vivos, perdidos, reunidos y reprimidos,
                                                                              encontramos la calma.